El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad que se presenta cuando una persona queda atrapada en un ciclo de pensamientos intrusivos no deseados. Estos pensamientos desencadenan sentimientos angustiantes y hacen que la persona se sienta obligada a tener comportamientos repetitivos, compulsiones.
Lea la historia de Melanie sobre cómo recuperó su independencia ante los síntomas debilitantes del TOC.
Tengo recuerdos del TOC desde los cinco años de edad. Por aquel entonces, por supuesto que no tenía idea de lo qué era el TOC, pero tenía una estrategia que confiaba en que mantendría a salvo a mi madre: contar hasta el 105 hasta que ella regresara a casa.
Es fascinante pensar en la química cerebral que implica el TOC, ya que esto obviamente no era una estrategia aprendida.
Tengo otros recuerdos dispersos del TOC durante mi infancia, como que contaba las letras de las palabras, lo cual hacía que leer los libros de la biblioteca que había llevado a casa fuera un esfuerzo frustrante.
El TOC comienza a tomar el mando
Pero no fue hasta la última etapa de la adolescencia cuando el TOC empezó a estar más presente en mi vida diaria. El temor a quedar embarazada era particularmente poderoso y especialmente irracional. Si estaba a punto de sentarme en una silla que tenía alguna sustancia blanca, ya fueran migajas o polvo, daba por hecho que era semen. Me sentaba por la vergüenza de tener que limpiar la sustancia, pero al estar sentada, mi mente estaba llena de preocupación de un inminente embarazo.
El temor de haber matado a alguien sin saberlo cuando iba conduciendo era la más desagradable de todas mis experiencias con el TOC. No solo sentía culpa y depresión abrumadoras por la idea de haber matado a alguien, aunque racionalmente sabía que no lo había hecho, sino que también tenía miedo de que la gente pensara que de verdad había matado a alguien y que lo mantenía en secreto.
Conducir se había vuelto una pesadilla al tener que regresar en busca de cadáveres y al luchar contra las ansias de llamar a la policía. Dejé de conducir y empecé a depender de los demás. Mi terapeuta dijo que el TOC se había apoderado de mi independencia, pero yo no estaba de acuerdo. Evitar la desesperación por el TOC significaba que no necesitaba ser independiente.
Mi tratamiento para el TOC
Para mí, el tratamiento no fue un avance lineal del punto A al punto B. Fue una mezcla de un tratamiento inadecuado mezclado con múltiples intentos fallidos de tener un tratamiento adecuado. Cuando finalmente logré consultar a un psiquiatra, comentó que no podía creer que hubiera pasado tanto tiempo sin medicamentos. Mirando hacia atrás, no me di cuenta de lo mal que estaba.
Tenía miedo de tomar medicamentos y no creo que lo hubiera hecho si no fuera por mi psiquiatra, quien utilizó un enfoque muy lento. Su paciencia fue lo que a la larga me ayudó a tomar los 200 mg de medicamento que sigo tomando hoy en día. Estoy increíblemente agradecida por sugerirme que comenzara con la dosis infantil y que me permitiera decidir cuándo intentaríamos la dosis siguiente.
Con el tiempo encontré al terapeuta adecuado que sabía aplicar el tratamiento correcto, junto con mi disposición a comprometerme.
En los últimos tres años he estado progresando con el TOC. Aún se dispara, pero no de manera tan debilitante como antes. Enseño a tiempo completo en una institución postsecundaria mientras curso una maestría a tiempo parcial.
He desarrollado apreciación por la Jerarquía de Necesidades de Maslow. No estoy segura de que uno pueda anunciarlo una vez que te has autorrealizado, pero en comparación con lo que soportaba día tras día, definitivamente con esto siento que estoy viviendo a la altura de mi potencial.
Por lo menos estoy segura de que he recuperado mi independencia.