El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad que se presenta cuando una persona queda atrapada en un ciclo de pensamientos intrusivos no deseados. Estos pensamientos desencadenan sentimientos angustiantes y hacen que la persona se sienta obligada a tener comportamientos repetitivos, compulsiones.
Lea la historia de Jessica a continuación sobre cómo luchó por encontrar un diagnóstico para sus síntomas y cómo sobrelleva el TOC.
Desde que era niña he luchado contra los síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo. Contar, toser, cerrar las puertas con llave y memorizar placas de vehículos y números de teléfono se convirtieron en una obsesión de seguridad. Después crecí y mis síntomas no eran reconocidos por mis padres ni por mis maestros; todo lo que me sucedía quedaba bajo la categoría de problemas de aprendizaje. No hace falta decirlo, pero día tras día sufría de caos y confusión en mi mente.
A medida que pasó el tiempo y asistí a la preparatoria, la depresión y la ansiedad se hicieron todavía peores, pero debido a la falta de conocimiento sobre un tratamiento, continué con mi lucha aun después de graduarme.
En 2013 me reuní con un terapeuta que me dijo que lo que tenía era TOC y que pensaba que lo mejor sería consultar a un especialista. Cuando se lo conté a mis padres, ahí estaba el estigma y no lo creían.
Entonces, tomé las riendas del asunto y reuní información por mi cuenta sobre el TOC. Les di la información a mis padres porque no habían encontrado ningún recurso, ni siquiera sabían a quién llamar. Mis pensamientos eran repetitivos e intrusivos; los temores irracionales se convirtieron en problemas diarios para desempeñarme, al mismo tiempo que trataba intensamente de deshacerme de los pensamientos, sentimientos o emociones, lo cual solo empeoró el TOC, pero no sabía a dónde ir ni a quién recurrir.
Investigando los síntomas del TOC
La necesidad de investigar y estudiar más a fondo este tema es crucial. Tuve que sufrir antes de mejorar. Cuando investigué para conseguir ayuda, no había ningún grupo de apoyo, especialmente para los padres de niños con TOC. Como familia, no sabíamos a dónde acudir, hasta que, por un tiempo, las hospitalizaciones se convirtieron en parte habitual de mi vida. En 2014, la primera vez que supe de algún tipo de tratamiento residencial para el TOC, fue cuando ingresé en el Hospital McLean.
Luego, en 2015, me diagnosticaron correctamente mediante una evaluación neuropsicológica. Aun así, la información, el apoyo o la investigación no eran fáciles de conseguir para mí o para mis padres. Terminé de nuevo por segundo año consecutivo en un tratamiento residencial para el TOC en una residencia. Para entonces, con la ayuda de terapia familiar, empezaron a aparecer algunos recursos. Por fin iba en la dirección correcta.
En esos dos años pude enterarme de la exposición y prevención de respuesta, conocida también como ERP. La terapia de exposición es el criterio de referencia para tratar el TOC. En esos dos años también tuve la increíble oportunidad de conocer la terapia dialéctico conductual y la terapia cognitivo conductual.
Eso fue un gran comienzo.
Buscando un tratamiento para el TOC
Creo que desde la escuela primaria debería haber disponible más investigación, grupos de apoyo, terapeutas capacitados y recursos. Contar con información para los maestros y los padres de familia aumentaría considerablemente la posibilidad de que los niños pequeños puedan tener un diagnóstico temprano, así como más ayuda y tratamientos desde pequeños, para que no se sientan tan solos, aislados, temerosos o, incluso, culpables al hacer frente a sus problemas o al tener que pedir ayuda.
Aunque el tratamiento y la terapia son cruciales, la medicación desempeña otro papel enorme para poder estabilizarse y funcionar. El tratamiento y los medicamentos van de la mano.
He aprendido mucho debido a lo que sufrí al principio y no puedo hablar abiertamente del TOC y al mismo tiempo tratar de llegar a otras personas para que no tengan que pasar por lo que yo pasé y para recibir ayuda.
Vivir con TOC ha sido una batalla diaria. De hecho, todavía lo es, pero ya es más controlable gracias a los recursos específicos que existen. No solo me ha beneficiado conforme se ha hecho más investigación, sino que también sería muy beneficioso para otras personas, especialmente a una edad temprana, y con padres que intentan comprender mejor lo que ocurre realmente.