El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad que se presenta cuando una persona queda atrapada en un ciclo de pensamientos intrusivos no deseados. Estos pensamientos desencadenan sentimientos angustiantes y hacen que la persona se sienta movida a tener comportamientos repetitivos, compulsiones.
Después de luchar contra el TOC durante 22 años, por fin Mike encontró una luz al final del túnel.
Los síntomas del TOC comenzaron en la escuela secundaria
Al final del año del sexto grado, esperaba ansiosamente entrar a la escuela secundaria. Estaba por dejar una escuela primaria de un solo piso y necesitaba acostumbrarme a la secundaria de 6 pisos en la cual convergían todas las escuelas primarias. Esto significaba que me toparía con gente que no conocía, que interactuaría con gente de diferentes clases sociales y que me comprometería con mis estudios obligatorios.
Después de empezar el séptimo grado, un día caminaba por los pasillos y noté lo que parecía ser grafiti de pandillas dibujado y grabado en los casilleros; noté a algunas personas agresivas que decían que pertenecían a pandillas y hacían señas con las manos y ostentaban los colores de sus respectivas pandillas.
Observar esto, que era desconocido para mí, me generó mucho miedo, que se acentuaba gracias a los cambios hormonales. Conforme pasó el tiempo cada vez tenía más y más miedo de estos supuestos “pandilleros” de mi escuela. Caminaba calladamente tratando de evitarlos y empecé a obsesionarme con la idea de cómo me harían daño.
Para complicar más las cosas, pronto comencé a creer que había un daño inminente que me esperaba. El temor era increíblemente real, aunque nadie me había amenazado ni había intentado acercarse a mí. Al poco tiempo, estaba aterrorizado ante la posibilidad de haber dicho algo que pudiera haberles ofendido, que involuntariamente hubiera hecho algún gesto que pudiera haberles molestado o que posiblemente pudieran leerme la mente.
Esto llevó a que tuviera ataques de llanto, a que buscara insaciablemente una reafirmación, a que me distrajera de mis estudios, a intentos vanos de explicar qué estaba sucediendo, a salir temprano de la escuela para buscar la seguridad de mi casa, solo para encontrarme con más pensamientos compulsivos y angustiantes que no desaparecían.
Diagnóstico de TOC
Sabía que algo me estaba sucediendo, pero no tenía idea de lo que era.
Esto no era algo que mis compañeros tuvieran que combatir. Nadie podía llegar a una conclusión. Esto provocó que fuera ingresado en un hospital infantil durante una semana para hacerme una batería de pruebas de diagnóstico y consultas con psiquiatras.
Esa semana me diagnosticaron trastorno obsesivo compulsivo. No estaba sorprendido y mis padres tampoco. Mi abuelo tuvo TOC, al igual que su madre, pero sus manifestaciones de este trastorno habían sido muy diferentes a las mías. Tuvieron TOC más clásico de contaminación y las preocupaciones por la contaminación no estaban dentro del espectro de las mías.
Muchos pacientes no llegan a un diagnóstico tan directo. Por lo general se requiere una cantidad considerable de tiempo para obtener un diagnóstico correcto. Fui afortunado en tener un diagnóstico repentino para que lo que estaba sucediendo tuviera sentido.
Durante el tratamiento después de que me dieran de alta del hospital intentamos varios medicamentos diferentes casi sin lograr ningún resultado. Pasé tiempo yendo de un terapeuta a otro, tomando diferentes medicinas y aún así tenía las conductas compulsivas.
Desde mediados hasta el final de la adolescencia, el trastorno tuvo altibajos y hubo grandes períodos en que era asintomático, hasta que al acercarme a los treinta, se arraigó más y aumentó su intensidad. Los empleos cada vez eran más difíciles y el trastorno me obligaba a cambiar de trayectoria profesional y a renunciar en los trabajos.
Avances con la ERP
Fue a los 35 años cuando tuve que tomar la decisión crucial de recuperar mi vida costara lo que costara. Intenté la exposición y prevención de respuesta (ERP) y me comprometí con el tratamiento, lo cual cambió todo. Mi terapeuta habló con mi psiquiatra, que hizo cambios positivos en los medicamentos para que funcionaran conjuntamente con la ERP. Nunca imaginé ser libre después de 22 años de perder tanto por este trastorno.