El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad que se presenta cuando una persona queda atrapada en un ciclo de pensamientos intrusivos no deseados. Estos pensamientos desencadenan sentimientos angustiantes y hacen que la persona se sienta movida a tener comportamientos repetitivos, compulsiones.
El TOC de Georgia se manifestó en sentimientos de culpa. Lea la historia de cómo está enfrentando sus síntomas y buscando el tratamiento correcto.
Mi TOC se manifestó cuando iba a empezar el año nuevo. La cuenta regresiva para el año nuevo era como una cuenta regresiva para que mi cerebro se sintiera averiado. Después de enterarme de que tenía TOC, encontré artículos en las noticias en los que otras personas lo describían con las mismas palabras.
La culpa era una parte enorme de mi padecimiento. El TOC me hacía sentirme terriblemente culpable de cualquier cosa. Pasé meses viviendo y analizando pequeñas conversaciones, comprobando mentalmente sin descanso que no me hubiera comportado mal. Fue una temporada terrible. Estaba tan inquieta que apenas podía comer. Me sentía completamente perdida, como si no estuviera segura de quién era o de quién había sido.
Siempre había disfrutado de mi propia compañía, pero entonces llegó el TOC y de repente me daba miedo estar sola. Y también tenía miedo de ver a otras personas; de hecho, cuando el TOC era particularmente horrible, solo veía a mi pareja y a mis padres.
El TOC es un ladrón. Sientes como si te robara los tiempos, lamentando y analizando el pasado, sintiendo miedo por el futuro y, por lo tanto, perdiendo el presente.
El control de los síntomas del TOC
Cuando apareció el TOC, las compulsiones mentales ocupaban gran parte de mi tiempo. Actualmente los controlo mejor y me molestan menos (afortunadamente). Mi TOC es mucho más controlable que antes y estoy muy agradecida. Pero recuerdo los meses cuando era realmente horrible. Una tarde estaba en mi apartamento, llorando, con las manos sosteniéndome la cabeza, meciéndome y rogándole a mi mente que parara. Me sentía tan abrumada.
Me duele un poco cuando veo una foto mía de antes, cuando las cosas pequeñas no eran tan difíciles. Era cuando no usaba agua hirviendo para lavarme las manos a fin de asegurarme de eliminar los gérmenes, o cuando no perdía el tiempo mirando fijamente los grifos o los interruptores que sabía que había cerrado o apagado. Recuerdo cuando me sentía emocionada por acontecimientos felices que se avecinaban y días festivos felices sin el temor de que el TOC los arruinara, y después ser penosamente consciente de que tener ese temor podría hacer que fuera más probable que apareciera.
Estar atrapado en los pensamientos
Estar atrapado en los pensamientos es otro de los aspectos crueles del TOC. Una vez me sentí atrapada durante unos días en un pensamiento específico, y fue durante una época cuando incluso dormir no era un descanso, ya que los temas del TOC se infiltraban en mis sueños. Tan pronto abría los ojos, ahí estaba de nuevo el pensamiento. Vivir con el mismo pensamiento es una experiencia que te consume mucho, sin un momento de calma, durante horas y horas. Ninguna distracción me funcionaba.
Sin embargo, más recientemente, las compulsiones físicas me han consumido más tiempo. Caminar se convirtió en una lucha, sentía que todo el tiempo tenía que parar y revisar el suelo, y antes me encantaba salir a caminar. Recuerdo una noche en que me sentía tan angustiada que cerré los ojos y simplemente tomé la mano de mi pareja.
Este trastorno es horrible; hace que te sientas tan inútil. No pensaba que a los 24 años estaría orgullosa de poner en el horno una comida precocinada o de desechar la envoltura sin revisarla durante diez minutos.
¡Vuelvo a disfrutar de los paseos! (¡Sí! Gracias, ERP), pero el TOC me ha cambiado la vida completamente; es un trastorno muy cruel. Me afecta todos los días y, por supuesto, afecta la vida de los que me rodean.